Carta a mi amiga Rina
Estimada Rina:
A pesar del tiempo transcurrido hasta el día de hoy no puedo creer que hayas partido.
A veces creo escuchar tus pasos con el bastón que te apoyaba al caminar por el pasadizo.
A veces espero tu llegada a la oficina.
Siempre con una sonrisa, siempre compartiendo tus cosas.
Recuerdo que me animabas a seguir escribiendo mi novela.
Mientras algunos no creían en mi, tú me animabas a seguir adelante.
Ambas nos contábamos nuestras cosas Sin pelos en la lengua.
A veces peleamos pero eso no mató nuestra sincera amistad.
Nuestra oficina no es la misma sin ti.
Falta tu sonrisa, que brillaba y resonaba en medio de la rutina de la vida Administrativa.
Como no llorar la pérdida de un ser querido.
Como no estar triste por tu ausencia.
Confieso que me fue muy difícil entregar las cosas de tu escritorio a tu hija por que así sabría que lo que estaba viviendo no era una pesadilla y que tú no regresaras a la oficina.
Me es difícil cada mañana ver al frente en donde estabas y no encontrarte.
Sólo estan los muebles con los cuales jamás conversaré estabas enferma” somos muy humanos y valoramos a las personas cuando no están”.
Cuando es demasiado tarde…
Sólo me queda decirte gracias
Por los momentos alegres,
Por perdonarme y comprenderme.
Por escuchar mis sueños.
Quizás no tenga el hijo que tú decías que cambiaría mi vida.
Pero ahora cada mañana vivo intensamente y escribo los poemas que dejé de escribir.
He limpiado mi alma con el dolor de tu partida y pensar que creía que los rebeldes no teníamos derecho a llorar ..¡Te extraño amiga!
La vida es corta y pronto estaremos juntas otra vez viéndonos y molestándonos por las cosas que pasan en la facultad, en el país o en el mundo.
Mientras tanto…
¡Hasta pronto amiga!!
María de Lourdes
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